El pie humano es un mecanismo complejo con un sistema de amortiguación y adaptación al suelo que facilita el desplazamiento del cuerpo en las mejores condiciones biomecánicas. Pero no debemos olvidar que el pie es un elemento muy sensitivo que actúa como puerta de entrada de los estímulos del sentido antigravitatorio, que permiten monitorizar el equilibrio estático y dinámico del cuerpo para corregir las sobrecargas propias de la actividad.
Por este motivo, cuando existe algún déficit o alteración que condiciona el desarrollo normal de la marcha es el momento de tomar medidas terapéuticas adecuadas: una evaluación exhaustiva (morfológica, postural y funcional) del pie y del cuerpo que se realiza mediante un estudio podológico y biomecánico de la marcha: análisis biomecánico de la marcha y una exploración física podológica completa.